jueves, 22 de agosto de 2013

El Misterio de los Templarios y America

Mi primera entrada no podía ser sobre otro tema.

Los templarios siempre me han atraído, y ello aún cuando es sumamente difícil encontrar bibliografía que aborde este asunto con seriedad y rigor histórico, desprovisto de falso esoterismo y pretenciosas teorías místicas.

La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón (más conocida popularmente como Orden del Temple o Caballeros Templarios), fundada por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens en el año 1119 (si bien algunos lo sitúan en 1118), y con una historia de poco menos de dos siglos ha sido, sin duda alguna, la Orden Militar que más poder ha acaparado. Entendiendo por poder no solo el que otorga el enorme poderío económico que poseían, sino poder efectivo. Y ello dado que según su propia Regla, aprobada en el Concilio de Troyes en el año 1129, no se encontraban bajo la soberanía de ninguno de los monarcas en cuyos Estados tenían sus numerosas encomiendas sino que obedecían directamente al Papa, lo que le otorgaba una formidable independencia, tanto política como comercial.

Gracias a sus posesiones en Tierra Santa los Templarios bebieron de las múltiples fuentes de conocimiento que les ofrecía el Islam, amalgamando éstos con la tradición cristiana existente en Europa. Quizás, y estoy convencido de ello, llegaron a la inevitable conclusión de que las tres grandes religiones no solo tienen un origen común, sino que se encaminan a un mismo fin (tema que abordaré en otro momento). Esta simbiosis cultural les hizo alcanzar un sentido gnostico de la religión, visión que hubo ser mantenida en secreto dentro de un reducido grupo de iniciados pertenecientes a la propia orden para no ser tildados de herejes.

De la misma forma los Templarios accedieron a conocimientos naúticos y científicos, conocimientos que permanecían en secreto y que hablaban de nuevas y ricas tierras más allá de los confines del océano atlántico. Más allá del final de la tierra conocida (de hecho se han descubierto recientemente mapas, como el de Piri Res, anteriores a 1492 en los que aparece la costa americana).

Solo así se explica que una Orden que tenía múltiples posesiones en la vieja Europa, y en Asia (fundamentalmente en Tierra Santa) tuviera el puerto principal de su flota en la localidad de La Rochelle, un puerto situado en la costa atlántica francesa, cuando lo lógico hubiera sido  que la sede de su flota estuviera en algún puerto de la ribera mediterránea.

O que en la capilla de la localidad escocesa de Roslin, denominada Capilla Rosslyn, fundada por Guillermo Sainclair, Primer Conde de Caithnes, una familia noble escocesa descendiente de los Caballeros Normados, herederos a su vez de los Caballeros Templarios, terminada de construir en el año 1480,  presente tallas de mazorcas de maiz (alimento procedente de América) adornando uno  de sus arcos.

O que la expedición emprendida por Cristobal Colón en 1492 y que culminó con el "descubrimiento" de América llevara cruces templarias en las velas de cada uno de los navíos (lo que habría de servir para que los pobladores de aquellas tierras los reconocieran).

Cuando en 1312 el Papa Clemente V cedió a las presiones del Rey francés Felipe IV (considerablemente endeudado con la Orden) para que aboliese el Temple y éste pudo, por fin, entrar en todas sus posesiones y encomiendas, no halló rastro alguno del fabuloso tesoro de la Orden ni de ninguna de sus riquezas.

Si reflexionas sobre todo lo que te he indicado, y a ello le unes que es bastante probable que el Gran Maestre de la Orden (Jaques de Molay) estuviera al tanto de las intenciones del Rey Francés y dispusiera de cierto margen para poner a buen recaudo el tesoro de la Orden, quizás puedas alcanzar tus propias conclusiones sobre el lugar en que se escondió dicho tesoro.


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