Voy a pensar en alto sobre un asunto que ha sido recurrente para mi durante más de una década. Un tema sobre el que cualquiera de vosotros que tenga un mínimo de inquietud seguro que se ha hecho más de una pregunta. Un tema, en resumen, que si lo hubiéramos tratado algunos siglos atrás, con total seguridad que hubiéramos ardido en una pira.
Se que este artículo puede parecer irreverente, pero no lo es (o al menos no es mi intención). Estoy educado en la religión católica, soy respetuoso con todas las religiones (dado que en el fondo buscan lo mismo), especialmente con las tres grandes religiones monoteistas. Sin embargo también soy una persona del siglo XXI, una persona que lee los textos sagrados desde una perspectiva distinta a la que, probablemente, se le daba hace tan sólo unas décadas. La perspectiva que dan los nuevos conocimientos. La certezas. Y, al menos para mi, es una completa certeza que no estamos solos en el universo.
Tanto el viejo como el nuevo testamento están plagados de pasajes en los que un Ser que habita en las alturas, en el cielo, se comunica con los humanos. Ese Ser, llamado Yahveh en el Viejo Testamento si atendemos al contenido de Exo 20:2 donde se dice “Yo soy יהוה YHVH tu Dios, quien los sacó de la tierra de Mitzrayim (Egipto), fuera de la casa de esclavitud.", es el mismo Dios del Nuevo Testamento (aunque no esté ni mucho menos claro si los evangelistas utilizaron la palabra Dios en sus textos). En cualquier caso ese Ser que se comunica con nosotros desde lo más Alto es el ser supremo, omnipontente y personal al que se refieren todas las religiones teístas y deístas.
Abraham (Gn 12:7 y 8:1 y Ex. 6:3), Isaías (Gn 26:2 y 24), Jacob (Gn 35:1, 39, 48:3), Moisés (Ex. 3:16 y 4:5), Aarón (Lev. 9:4 y 16:2), Samuel (1S 3:21), Salomón (1R 3:5, 9,2 11,9 y 2CR 7:12), y David (2CR 3:1) fueron todos ellos contactados por este Ser superior a lo largo del Antiguo Testamento.
Es más, incluso en el Libro de los Reyes (2Reyes 2,1-17), se narra como el Profeta Elías fue subido hacia el cielo en un carro de fuego tirado por dos caballos blancos.
El Libro de los Reyes es un de los dieciséis denominados libros históricos de la Biblia, compendio de libros que abarcan el período comprendido entre 1240 a.c. y 173 a.c. (es decir, unos once siglos).
Ahora pensemos (sólo como una reflexión en voz alta), si hace tres mil años una persona tuviera que describir una nave espacial que baja a la tierra y se lleva a una persona ¿como lo haría? ¿quizás indicando que fue subido al cielo en un carro de fuego? ¿sería esta la forma en el que el autor de este pasaje del Segundo Libro de los Reyes quiso plasmar este hecho?
Pero es que en el Nuevo Testamento, entre otros muchos, contamos con el pasaje de la Transfiguración de Jesús, contenida en el evangelio de Marcos 9, 2-13 y sus paralelos sinópticos (Mateo 17, 1-13 y Lucas 9, 28-36). El relato de la transfiguración narra cómo Jesús se retira a un lugar elevado con sus discípulos más próximos, Pedro, Santiago y Juan. La ropa de Jesús se volvió de un blanco resplandeciente y aparecieron Moisés y Elías, representantes de la Ley y los Profetas. Los cubrió una nube, y una voz dijo: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo».
¿De donde venía Jesús? Según el Nuevo Testamento un ángel del Señor se anunció María y le comunicó que quedaría en cinta de Jesús. Un ángel. ¿Cómo describiría una persona hace dos mil años a un ser que baja del cielo? No obstante la respuesta a esta interrogante la dio el propio Jesús. Así en el evangelio de Juan 18:36-37 se dice "Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera mi reino, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los Judíos: ahora, pues, mi reino no es de aquí. 37 Díjole entonces Pilato: ¿Luego rey eres tu? Respondió Jesús: Tu dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio á la verdad. Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz." Por lo tanto Jesús ya dijo, a quien quisiera oírlo, que su reino no era de este mundo. Pero entonces, ¿de donde era?
La naturaleza sobrenatural de Jesús queda patente a lo largo de todo el Nuevo Testamento, culminando con su resurrección. Pasaje en el que también aparece la figura de un ángel y además, en el caso del evangelio de Mateo 28, 1:7 un estruendo y temblor de tierra. El citado pasaje del evangelio de Mateo nos dice:
"Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles».
A pesar de todo lo que he indicado y a pesar de que Jesús fuera o no un ser extraterrestre (es decir, venido de otro lugar distinto a la tierra), lo cierto es que el mensaje que nos dejó, un mensaje de amor, es el mayor, más bello y más completo mensaje que jamás se le haya dado a la humanidad. Mensaje que en su formato original, sin las adulteraciones, adiciones y manipulaciones que ha sufrido a lo largo de los siglos por esa maquinaria que se llama Iglesia (la misma que hoy día, de la mano de un nuevo Papa, parece querer retomar el camino del que se desvió hace veinte siglos) es de una pureza y belleza infinita. Mensaje que si todos lo compartiéramos haríamos del mundo un lugar maravilloso.
Y recuerda, estas son mis reflexiones pero sólo te las transmito para que tu puedas formularte tus propias preguntas e intentar darles respuesta.